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Sostenibilidad y packaging

Vivimos un momento de consumo desenfrenado, de fast food y productos de usar y tirar, además, los síntomas del cambio climático, la contaminación de nuestras ciudades, mares y campos, se hacen palpables en nuestro día a día. Ante esta perspectiva parece que la necesidad de replantearse nuestros hábitos es ineludible y como diseñadores gráficos, una pregunta que suele rondarnos la cabeza es ¿de qué manera nuestro trabajo puede contribuir a crear unos hábitos de consumo mas sostenibles con el medio ambiente? ¿puede el diseño gráfico influir de alguna manera en este sentido?

Cuando diseñamos una marca o un packaging, somos conscientes de la influencia que nuestro trabajo puede tener en el consumidor y, aunque está claro que en la mayoría de los casos somos simplemente un enlace entre productor y consumidor, tenemos la posibilidad de ayudar a aportar valor al producto, buscando que su consumo vaya mas allá de un momento fugaz. A través del pensamiento creativo, el tan de moda ‘design thinking‘, buscar alternativas, como puede ser dotar de una segunda vida al packaging, que nos empujen a superar el ya abusado ‘comprar, usar, tirar’. Podemos emplear materiales y métodos de producción sostenible, implantar soluciones que disminuyan el uso de recursos y que ayuden a reducir la huella que este pueda tener en el medio ambiente. Una propuesta que suponga una solución alternativa en este sentido, también servirá para animar al comprador a reflexionar sobre la forma en la que consumen dicho artículo.

Como sociedad y como profesionales aún nos queda mucho camino por recorrer, pero desde luego que ya hay quienes llevan tiempo aportando soluciones en este sentido, y como muestra un par de proyectos que así lo evidencian:

Restos vegetales en lugar de plástico.

Emma Sicher es una estudiante de la Universidad de Bolzano, que decidió enfocar su Proyecto Final en investigar alternativas al plástico, en lo que al packaging alimenticio se refiere. En su búsqueda de materiales sostenibles dio con el SCOBY,  una celulosa microbiana, de consistencia gelatinosa, creada a partir de la fermentación de frutas y vegetales.

A partir de aquí desarrolló un sistema de producción circular de celulosa microbiana en un entorno local (Tirol del Sur), para producir envases para alimentos y cubiertos desechables a través de un proceso de cero emisiones:
la planta de producción de celulosa microbiana recibiría las sobras de frutas y vegetales de los productores o industrias locales y las usaría para alimentar al SCOBY y producir láminas de celulosa. Luego secaría las capas y fabricaría y vendería productos terminados, semiacabados o láminas del material en sí. Al final, los productos elaborados con celulosa microbiana se utilizarían en la misma área para brindar un servicio local.

Además Emma realizó pruebas con diferentes vegetales como remolacha o patata, para conseguir una gama de colores y texturas y, a partir de aquí, desarrollo diferentes propuestas de diseño, tanto de embalajes como cuberteria.

En la página del proyecto: From peel to peel puedes encontrar mas información sobre el proceso de creación del SCOBY y su desarrollo.

Un cartel reutilizable

La diseñadora Núria Vila afronta sus trabajos desde el prisma de la sostenibilidad y el compromiso con el medio ambiente. En el caso de D.E. Palou, un proyecto europeo sobre energías renovables en el mundo rural, creó un cartel que podía utilizarse en varias ocasiones, además mediante el uso de papel electroestático evita el uso de colas. En sus propias palabras:

«Basado en la idea de un cartel atemporal, se realiza un solo cartel como base, ilustrando las energías renovables; hidráulica, solar y eólica. Cada mes se puede añadir la información de la jornada de ese mes impresa en papel electroestático sustituyendo a la del mes anterior. Es decir, no utilizamos colas, el papel se quita y pone fácilmente y hace que no debamos cambiar el póster base.»

Mas allá del ahorro de recursos que puedan suponer estos proyectos individualmente, desde nuestro punto de vista, su gran valor está en poner el foco directamente en el problema y, sobre todo, en abrir nuevas vías de pensamiento, demostrando que se pueden crear soluciones novedosas y atractivas sin renunciar a la estética ni a la funcionalidad, pudiendo generar incluso una mayor retentiva y alcance.

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