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Historia de las etiquetas de vino (parte 2)

Llegamos a la segunda parte de esta serie de entradas sobre la historia de las etiquetas de vino. En la primera parte conocimos los antecesores de la etiqueta de vino: desde los cilindros con los que los babilonios marcaban las ánforas, a los identificadores de plata que colgaban de las botellas a modo de lujoso collar.
En esta segunda parte, por fin llegamos a la aparición de la etiqueta de papel tal y como la conocemos hoy en día y, por tanto, la entrada en escena del diseño gráfico aplicado al mundo del vino.

Texto extraído y traducido del libro: ‘The Art of the Wine Label’ de Robert Joseph.

Etiquetas de papel

La primera evidencia de un etiqueta de papel se encuentra en el Pfalz-Museum de Espira, en Alemania. Sobre el descolorido papel de la etiqueta puede leerse: «Steinwin, 1631er» escrito a mano, pero su autenticidad es algo dudosa, dado que la corona que aparece en la parte superior está impresa en litografía, y la litografía no se inventó hasta 1798…

En Moët & Chandon muestran orgullosamente unas etiquetas de «Mousseux Claude Moët«, de 1741 y 1745. Sin duda, las botellas tienen 200 años, pero como apunta el escritor belga Georges Renoir en su libro «Les Etiquetes du Vin«, el estilo caligráfico y los sietes cruzados de las etiquetas parecen mas típicas del siglo XIX que del XVIII.

Para encontrar las primeras pruebas de la existencia de etiquetas manuscritas, tendremos que echar un vistazo a las precisas ilustraciones de William Hogarth. En su obra «An election Entertainment (Number 1)» de 1755, aparecen tres botellas con pergaminos a modo de etiquetas, en las que se leen las palabras GinBurgundy and Champagne. Aun así, es justo suponer que dicho etiquetado era raro y, aunque se han encontrado etiquetas de otros productos pertenecientes a este periodo, no ha sobrevivido ninguna etiqueta de vino.

Etiquetas del siglo XIX

Las etiquetas más antiguas que pueden verse se encuentran en el «Musée de Vin» de Beaune, y son de 1798. Se trata de dos botellas etiquetadas en el año 1800 en Pauillac (las etiquetas están impresas, pero el viñedo está dibujado) y de una bonita etiqueta de Liebfraumilch, decorada con motivos florales en tonos naranja y azul, del mismo año que las anteriores. En esta última, el productor, un tal Theodor Brass, trató de economizar costes imprimiendo un 18 y dejando espacio para rellenar el resto de la fecha a mano.
Esta etiqueta alemana podría ser una de las primeras en ser producida en las nuevas prensas de impresión litográficas inventadas por Alois Senefelder dos años antes, e instaladas en una imprenta cercana por Johann Anton Andre. Otras etiquetas alemanas de esta época que aún se conservan se diferencian de las de Theodor únicamente porque no incluyen el nombre del productor. Presumiblemente, varios productores de Niersteiner estarían usando las mismas etiquetas.

Prensa litográfica

Para 1830 la producción de etiquetas en vinos alemanes había avanzado enormemente, dando la oportunidad a los creativos de desarrollar sus propios estilos de diseño. A mediados del siglo XIV, en la región francesa de Champagne, cuyos vinos comenzaban a gozar de gran popularidad, se empezaron a crear una gran variedad de etiquetas de aspecto lujoso. Oro, plata, bronce, vívidos azules y granates, que ayudaron a reafirmar el estatus del vino espumoso, particularmente en casas como Bollinger, Lanson y Mumm.

En cierto sentido, estas etiquetas de champagne definen el papel de las etiquetas de vino en los siglos XIX y XX. No tenía sentido producir etiquetas ornamentadas para vinos cuyas botellas nunca serían vistas, pero una etiqueta memorable podía marcar la diferencia en aquellos vinos que no solo se abrían en la mesa, sino que también se beneficiaban de la publicidad.
Muchas marcas de champagne reviven actualmente el estilo de diseño de las etiquetas del siglo pasado, pero los estándares de producción actuales raramente alcanzan al trabajo artesano de antaño. Lo más parecido que se puede ver en la actualidad podría ser la producción de una etiqueta de edición limitada.

Vino embotellado

El siguiente paso en la evolución de las etiquetas de vino vendría con el incremento de ventas de vino embotellado. En Champagne, esto ya era algo común, pero ahora en Burdeos también se empezaba a embotellar directamente en los chateaux, lo que trajo la necesidad de etiquetar individualmente cada botella, como ya ocurría en Reims y Épernay. La Revolución Industrial trajo consigo el nacimiento de un nuevo consumidor, que pedía sus vinos favoritos en las cartas de los exitosos restaurantes que nacían en los siglos XIX y XX. 

Etiquetas de Jerez y Oporto poco rigurosas con su contenido.
Nótese que el Oporto ‘Rocket Brand’ realmente proviene de España.

Estas primeras etiquetas aún no estaban atadas a ningún tipo de regulación: podían incluir o excluir toda la información que quisieran. Las primeras leyes con respecto a las etiquetas de vino coinciden con la llegada de las Denominaciones de Origen a varios países a principios del siglo XX. Con ellas llegarían las regulaciones que especifican en detalle que información debe contener la etiqueta.

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